EFE. Un antiguo basurero medieval situado entre cuatro antiguas casas del casco urbano de la villa de Hondarribia (Guipúzcoa) ocultaba un pequeño tesoro botánico en forma de 86 semillas de níspero, las más antiguas de esta planta halladas en España, según ha constatado un estudio del CSIC.
A escasos metros del basurero, expertos del centro de investigaciones Arkeolan realizaron otro formidable descubrimiento, aunque esta vez en un pozo negro entre cuyos sedimentos localizaron seis semillas de membrillo, catalogadas también como las más antiguas de su especie encontradas en la Península Ibérica.
Los hallazgos fueron realizados en unas excavaciones desarrolladas por Arkeolan en la calle Panpinot y en la finca Lazabal del casco histórico de Hondarribia en los años 2002 y 2004, respectivamente, pero no ha sido hasta ahora que un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, financiado por la Diputación de Guipúzcoa, ha puesto de relieve su importancia.
Junto a estas semillas, los arqueólogos también descubrieron restos de otras frutas como ciruelas, cerezas, melocotones, endrinas, uvas, manzanas, higos, moras y frambuesas y, de forma testimonial, varias aceitunas.
Algunos frutos secos como avellanas, bellotas, nueces, castañas, piñones y hayucos, y cereales como trigo, cebada y avena fueron otros de los vestigios localizados, como unas pipas de "calabaza de peregrino", muy raramente documentada en textos arqueológicos.
Las especiales condiciones de humedad de los yacimientos de Hondarribia fueron determinantes para preservar estas semillas que se hallaban en unas acumulaciones de limo, saturadas de agua y en ausencia de oxígeno.
Una situación ideal, según la responsable de las excavaciones, Pía Alkain, para la conservación de la materia orgánica que normalmente desaparece con rapidez porque se corrompe.
Esta circunstancia explica que, aunque los historiadores supieran del consumo de los nísperos y los membrillos en la península desde tiempos antiguos, las primeras evidencias materiales de estas frutas se remonten sólo a la época medieval.
Según la arqueobotánica del CSIC-CCHS autora del estudio, Leonor Peña Chocarro, las semillas de níspero localizadas en Hondarribia corresponden a la variedad Mespilus Germanica, que fue llevada por romanos y griegos de Asia a Europa, donde prosperó hasta que paulatinamente fue perdiendo importancia.
En la actualidad el níspero europeo casi ha desaparecido del continente, aunque en algunos reductos como el País Vasco y Baleares es aún relativamente abundante y su fruto continúa siendo apreciado, si bien debido a su amargor no se recolecta del árbol hasta que está muy maduro, tras lo que se almacena durante semanas y no se consume hasta que comienza a corromperse, que es cuando su pulpa resulta deliciosa al paladar.
Por este motivo, al igual que ocurre con el membrillo, el níspero suele emplearse para elaborar dulces, mermeladas y compotas.
Lamentablemente las semillas localizadas en Hondarribia han perdido su capacidad de germinar espontáneamente debido al tiempo transcurrido y, como comenta Peña Chocarro, tampoco sería factible inducirlas de forma artificial ya que al haberse conservado en un medio húmedo su ADN no podría emplearse para este fin.
A pesar de ello, su poder de evocación sí permanece intacto, ya que, tal y como recuerda la experta del CSIC, el níspero aparece citado ya en diferentes documentos medievales, como las ordenanzas de la villa navarra de Lesaka o en fuentes jurídicas del antiguo Señorío de Vizcaya.
Además, la madera de este pequeño árbol ha sido utilizada históricamente para la fabricación artesana de los tradicionales bastones vascos denominados "makilas", cuyas mejores facturas son utilizadas como símbolos de autoridad y mando.
Arkeolan dispone de una de las mejores bases de datos de semillas arqueológicas de España, debido a que muchas de sus excavaciones se localizan en depósitos inundados que han conservado la materia orgánica por saturación de agua que son relativamente abundantes en Europa Central pero muy escasos en España.
Los estudios sobre las semillas encontradas en estos depósitos aportan gran cantidad de datos sobre la dieta de nuestros antepasados, así como sobre el consumo de productos hortícolas e incluso el aprovechamiento de los bosques como fuente de alimentos.
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A escasos metros del basurero, expertos del centro de investigaciones Arkeolan realizaron otro formidable descubrimiento, aunque esta vez en un pozo negro entre cuyos sedimentos localizaron seis semillas de membrillo, catalogadas también como las más antiguas de su especie encontradas en la Península Ibérica.
Los hallazgos fueron realizados en unas excavaciones desarrolladas por Arkeolan en la calle Panpinot y en la finca Lazabal del casco histórico de Hondarribia en los años 2002 y 2004, respectivamente, pero no ha sido hasta ahora que un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, financiado por la Diputación de Guipúzcoa, ha puesto de relieve su importancia.
Junto a estas semillas, los arqueólogos también descubrieron restos de otras frutas como ciruelas, cerezas, melocotones, endrinas, uvas, manzanas, higos, moras y frambuesas y, de forma testimonial, varias aceitunas.
Algunos frutos secos como avellanas, bellotas, nueces, castañas, piñones y hayucos, y cereales como trigo, cebada y avena fueron otros de los vestigios localizados, como unas pipas de "calabaza de peregrino", muy raramente documentada en textos arqueológicos.
Las especiales condiciones de humedad de los yacimientos de Hondarribia fueron determinantes para preservar estas semillas que se hallaban en unas acumulaciones de limo, saturadas de agua y en ausencia de oxígeno.
Una situación ideal, según la responsable de las excavaciones, Pía Alkain, para la conservación de la materia orgánica que normalmente desaparece con rapidez porque se corrompe.
Esta circunstancia explica que, aunque los historiadores supieran del consumo de los nísperos y los membrillos en la península desde tiempos antiguos, las primeras evidencias materiales de estas frutas se remonten sólo a la época medieval.
Según la arqueobotánica del CSIC-CCHS autora del estudio, Leonor Peña Chocarro, las semillas de níspero localizadas en Hondarribia corresponden a la variedad Mespilus Germanica, que fue llevada por romanos y griegos de Asia a Europa, donde prosperó hasta que paulatinamente fue perdiendo importancia.
En la actualidad el níspero europeo casi ha desaparecido del continente, aunque en algunos reductos como el País Vasco y Baleares es aún relativamente abundante y su fruto continúa siendo apreciado, si bien debido a su amargor no se recolecta del árbol hasta que está muy maduro, tras lo que se almacena durante semanas y no se consume hasta que comienza a corromperse, que es cuando su pulpa resulta deliciosa al paladar.
Por este motivo, al igual que ocurre con el membrillo, el níspero suele emplearse para elaborar dulces, mermeladas y compotas.
Lamentablemente las semillas localizadas en Hondarribia han perdido su capacidad de germinar espontáneamente debido al tiempo transcurrido y, como comenta Peña Chocarro, tampoco sería factible inducirlas de forma artificial ya que al haberse conservado en un medio húmedo su ADN no podría emplearse para este fin.
A pesar de ello, su poder de evocación sí permanece intacto, ya que, tal y como recuerda la experta del CSIC, el níspero aparece citado ya en diferentes documentos medievales, como las ordenanzas de la villa navarra de Lesaka o en fuentes jurídicas del antiguo Señorío de Vizcaya.
Además, la madera de este pequeño árbol ha sido utilizada históricamente para la fabricación artesana de los tradicionales bastones vascos denominados "makilas", cuyas mejores facturas son utilizadas como símbolos de autoridad y mando.
Arkeolan dispone de una de las mejores bases de datos de semillas arqueológicas de España, debido a que muchas de sus excavaciones se localizan en depósitos inundados que han conservado la materia orgánica por saturación de agua que son relativamente abundantes en Europa Central pero muy escasos en España.
Los estudios sobre las semillas encontradas en estos depósitos aportan gran cantidad de datos sobre la dieta de nuestros antepasados, así como sobre el consumo de productos hortícolas e incluso el aprovechamiento de los bosques como fuente de alimentos.
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