Núria Soto. Portaleureka.com Protagonista de una de las hazañas más increíbles de la Antigüedad, Aníbal fue el general del ejército cartaginés que más veces derrotó a Roma durante la guerra que mantuvieron a lo largo de todo un siglo romanos y cartagineses. Aníbal hizo tambalearse al Imperio Romano y estuvo a punto de cambiar el rumbo de la historia de Occidente. Pero su decisión de no atacar la ciudad de Roma convirtió a los romanos en amos y señores de todo el Mediterráneo. De una forma o de otra, Aníbal marcó nuestra historia.
Cartago, al norte de la actual Túnez, fue fundada en el Siglo IX a.C por los comerciantes marítimos fenicios, originarios del Oriente Próximo, como base mercantil. Pero ya a principios del siglo III a.C se había convertido en la primera potencia del Mediterráneo occidental. Había conquistado los territorios del norte de África, las islas de Sicilia, Sardenya y Córcega y el sur de la península ibérica y se había transformado en todo un imperio.
Al mismo tiempo, a lo largo de los siglos V y IV a.C, Roma había colonizado toda Italia. A finales del siglo III a.C, quiso imponer su dominio sobre Sicilia y envió un ejército. Debido a lo cual estalló la guerra con Cartago.
Las guerras púnicas fueron las guerras entre cartagineses y romanos para hacerse con el poder político y económico del Mediterráneo. Afectaron a muchos pueblos, desde el norte de África hasta Italia, pasando por la península Ibérica. Representaron una auténtica guerra mundial de la época.
La primera guerra púnica tuvo lugar en Sicilia y se alargó durante más de dos décadas. La victoria fue de Roma, que obtuvo el dominio de Sicilia, Sardenya y Córcega e impuso el pago de una gran suma de dinero a Cartago como compensación por los daños causados.
Además de haberle impuesto el pago de mucho dinero, Roma se apoderó de las Islas de Sicilia, Córcega y Cerdeña, que proporcionaban muchos recursos a la capital fenicia. Para recuperarse económicamente, los cartagineses emprendieron la conquista de la península ibérica, la cual les podía suministrar abundantes recursos. Contrariamente, al atacar la ciudad ibérica de Sagunto, aliada de Roma, éstos exigieron su retirada. De todas formas, el ejército cartaginés arrasó la ciudad y, consciente de que esto desencadenaría la guerra, se dirigió hacia Italia. Si debilitaban a los romanos en Italia, los pueblos sometidos a Roma conseguirían liberarse de sus opresores y abandonarían su defensa, de manera que Cartago podría recobrar el dominio de Sicilia y de las otras islas.
Además, los romanos se sorprenderían de que los cartagineses fueran a Italia desde la península ibérica y entraran por el norte, y aún más de que lo hicieran con tanta rapidez. El ejército cartaginés obtuvo grandes victorias en Italia, pero finalmente fue derrotado y desarmado y tuvo que ceder sus conquistas ibéricas a Roma.
A pesar de haber sido derrotados por los romanos, los cartagineses se habían recuperado y Roma decidió acabar definitivamente con su peor enemigo. Declaró la guerra y rodeó la ciudad de Cartago durante tres años, mientras, la capital fenicia resistía heroicamente. Tras su caída, la ciudad fue quemada por los romanos, que además prohibieron su reconstrucción. Mostrando así el odio (y el miedo) de los romanos hacia Cartago.
Este hecho ha supuesto que no se conserven restos del pueblo cartaginés. La historia de Cartago nos llega únicamente gracias a los textos romanos, que fueron manipulados para justificar las dudosas acciones de su República.
La destrucción de Cartago por parte de Roma podría ser considerada uno de los primeros genocidios de la humanidad.
Aníbal tenía sólo nueve años cuando abandonó Cartago, su ciudad natal, para acompañar a su padre, jefe de las tropas cartaginesas y protagonista de la primera guerra púnica, durante la conquista de la península ibérica. Cuenta la leyenda que Amílcar, padre de Aníbal, hizo prometer a su hijo, delante del altar del dios cartaginés Ball que odiaría a Roma eternamente, y que esta promesa marcó para siempre la vida de Aníbal.
Amílcar dominaba todo el sur de Hispania, el cual se había convertido en un gran centro económico, cuando murió durante el ataque a la ciudad de Hélice, el Elche actual. Su yerno, Asdrúbal, le sucedió y consolido su obra, fundando la ciudad de Cartago Nova, la actual Cartagena, como capital del nuevo territorio cartaginés en la península ibérica. Pocos años más tarde, Asdrúbal fue asesinado misteriosamente. Aníbal tenía entonces 26 años y fue aclamado por las tropas como su sucesor. La asamblea de Cartago dio posteriormente su consentimiento.
Aníbal había pasado muchos años en Hispania y había participado en muchas batallas, primero junto a su padre y más tarde al lado de su cuñado Asdrúbal; de manera que había aprendido a luchar, a elaborar estrategias y había mostrado a sus compañeros dotes como líder.
Durante los años siguientes, Aníbal prosiguió con la expansión territorial cartaginesa por la península ibérica. En el 219 a.C, después de 8 meses de asedio, el general cartaginés conquistó la ciudad de Sagunto, aliada de Roma, motivo por el cual estalló la segunda guerra púnica, un conflicto que se alargaría durante 17 años, hasta el 202 a.C.
La primavera del año 218 a.C Aníbal elaboró la estrategia militar que le haría pasar a la historia. Cruzó los Alpes con todo su ejército para trasladar la lucha a territorio italiano. El general cartaginés sabía que el enemigo, después de haber arrasado Sagunto, estaría preparado ara contraatacar. Pero intuía que lo harían por el norte de África y que no esperarían que el gran ejército cartaginés apareciera por Italia.
Aníbal y su ejército partieron de Cartagena y cruzaron el río Ebro. Parece ser que evitaron la ruta más directa, la del Empordá, para no ser vistos por los romanos de la colonia de Massalia, la Marsella actual. De esta forma, se encaminaron hacia la Cerdaña, cruzaron el río Roine, al norte de la actual ciudad francesa de Aviñón y llegaron a los Alpes a finales de verano.
La travesía de los Alpes fue extremadamente complicada, teniendo en cuenta que se trataba de un ejército completo, con material, 90.000 soldados de infantería, 10.000 caballos, tropas auxiliares y unos cuarenta elefantes de guerra. La verdad es que durante el trayecto hubo muchas bajas en la tropa y se perdieron gran parte de los caballos y sobretodo de los elefantes, que no pudieron resistir las temperaturas tan bajas de la gran cordillera alpina. Este episodio es el que más ha contribuido, sin lugar a duda, a forjar la leyenda de Aníbal, el general más admirado de la antigüedad.
Después de la caída del gran ejército romano en Cannas, nadie en toda Italia podía ganar a Aníbal. Parecía que Aníbal podía conquistar la ciudad de Roma, pero el cartaginés decidió no hacerlo. Sus oficiales intentaron convencerle pero no hubo manera. Uno de ellos, ante la negativa del general, pronunció una crítica que se ha hecho famosa: "Sabes vencer pero no sabes aprovechar la victoria".
¿Hasta que punto es cierta esta frase? ¿Tomó Aníbal una decisión equivocada? Por una parte, es verdad que no disponía de los soldados suficientes para mantener un largo asedio de la ciudad. Además, Cartago nunca le envió refuerzos. Los únicos que fueron en su encuentro a llevarle recursos fueron sus hermanos, que murieron poco antes de poder reunirse con el ejército de Aníbal.
Por otra parte, se sabe también que Roma se encontraba verdaderamente en una situación crítica después de lo sucedido en Cannas, sin ejército y moralmente destrozada, de manera que quizás sí que podría haber caído a los pies de Aníbal.
Otra hipótesis hacer referencia al hecho de que Aníbal no quería destruir Roma, sino restaurar el equilibrio en el Mediterráneo. Fuera como fuera, el caso es que esta decisión convirtió al Imperio Romano en el más grande imperio de la época y en soberano absoluto de todo el Mediterráneo.
Durante el otoño del año 218 a.C, Aníbal y su ejército llegaron a Italia y el pánico se apoderó de Roma. El primer enfrentamiento tuvo lugar en las orillas de río Tesino, en el norte de Italia. Los cartagineses mostraron pronto su superioridad y los romanos se vieron obligados a huir. Poco tiempo después, cerca del río Trebia, los cartagineses derrotaron nuevamente a los romanos en una emboscada de lo más hábil.
Continuaron avanzando hacía el sur y saquearon la región de Etruria hasta provocar que los romanos que, llenos de ira, enviaron un gran ejército para contrarrestarlos. La victoria de esta batalla, librada cerca del lago Trasimeno, fue de nuevo para Aníbal. Los romanos cayeron directos en su trampa. Las tropas cartaginesas se habían escondido y se lanzaron contra las legiones romanas en un momento en que éstos no podían hacer ninguna maniobra, ni siquiera la de huir. Aníbal hizo prisioneros a 20.000 soldados, de todas formas, y tal y como había hecho anteriormente dejó libres a los prisioneros que no eran romanos para poner de manifiesto que solo hacía la guerra contra Roma.
Los romanos, finalmente reunieron un ejército extraordinario de más de 80.000 hombres. Era el 2 de agosto del año 216 a.C. Este enorme ejército desafiaba a los cartagineses en Cannas y los hombres de Aníbal jugaron una de sus cartas, en esta ocasión mejor que nunca. Mediante una técnica elaboradísima, aniquilaron al adversario en cuestión de horas. Era el día del desastre militar más grande de Roma.
El orgullo y la perseverancia de los romanos fueron la clave para su supervivencia y posterior expansión. Después de la catástrofe militar más grande de su historia, Roma no se dio por vencida. Rehizo su ejército e incorporó un general de gran talento, Publio Cornelio Escipión, más conocido como Escipión de África. Éste había luchado en primera línea de batalla en diversas batallas contra Aníbal y había estudiado sus estratagemas. Si alguien podía vencer al cartaginés, era Escipión.
Primeramente fue a Hispania a conquistar Cartago Nova y luego desembarcó en las costas africanas. Aníbal corrió a defender Cartago. Cerca de la capital fenicia, en Zama, tuvo lugar la batalla en la que finalmente el cartaginés sería derrotado.
Una de las claves de las victorias militares de Aníbal fueron los elefantes. Los romanos nunca habían visto ninguno y les parecieron monstruos horribles ante los cuales no sabía de qué forma actuar.
Aníbal viajó a Italia por tierra, desde la península ibérica y a través del sur de la Francia actual, es otro de los motivos por los cuales se llevó los elefantes, porque sabría que tendrían un terrible efecto sobre el ejército romano. De todas formas, el camino por ríos y montañas no resultó fácil: los elefantes tenían miedo al agua y no resistían las bajas temperaturas a las cuales tenían que hacer frente.
Los cronistas romanos afirman que, en la batalla de Zama, Escipión clavó su espada en el pecho de un elefante, que cayó herido. Los oficiales y soldados romanos le siguieron, hasta doblegar a toda la manada, pudiendo así acceder a la caballería que se encontraba escondida tras ellos.
Aún así, no dejaron de temer a las fieras: una vez ganada la lucha, los romanos exigieron a los cartagineses que entregaran todos los elefantes de guerra para hacerlos desaparecer.
Un final doblemente trágico: el suicidio de Aníbal y la desaparición de Cartago.
Una vez finalizada la segunda guerra púnica, Aníbal ejerció de cabeza de gobierno de su ciudad natal, impulsando la recuperación económica. Aun así, sus opositores políticos le acusaron ante Roma de idear una conspiración. Roma lo perseguía y Aníbal huyó de Cartago para refugiarse en Siria y después en el Asia Menor. Finalmente, en el año 183 aC, no pudo seguir huyendo e ingirió un veneno antes de caer preso en manos del enemigo. Cartago también desaparecería sin dejar rastro 37 años más tarde, completamente devastada por los romanos
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