dilluns, 18 d’octubre del 2010
La iglesia de Las Salinas, uno de los monumentos más utilizados para promocionar la provincia, se cae a pedazos ante la pasividad de las instituciones
Puerta de entrada del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar. Levantada sobre una plataforma que transmite su supremacía en el paisaje. Sometida a una extraña soledad que la dota de una belleza incuestionable. La iglesia de las Salinas, construida en 1907, ha sido testigo directo de la historia de Almería y gran referente de la provincia. Un tesoro turístico y una arquitectura que ha dotado de personalidad a los parajes naturales del Cabo de Gata. Fotografiada hasta la saciedad, protagonista de cientos de videoclips y películas, la iglesia que define la arquitectura del siglo XX a la perfección es el orgullo de cualquier almeriense dentro y fuera de sus fronteras. Sin embargo, todas las alabanzas que la sitúan como el icono por excelencia de cualquier catálogo turístico y paisajístico de la provincia se contrarresta con el abandono al que está sometida desde hace más de diez años por parte de todas las instituciones implicadas. Se ha hablado mucho sobre la iglesia de Las Salinas, se han escrito numerosas noticias que denunciaban el mal estado en el que se encuentra y se han planificado innumerables intenciones para salvarla de una destrucción inminente. Pero, por desgracia, a día de hoy, todo ha quedado en sólo buenas intenciones, que narran la voluntad romántica de actuar para salvarla pero no el reflejo de una realidad presente que anuncia que muy pronto sólo quedarán los escombros de uno de los monumentos 'insignia' de Almería.
Presente 'negro'
Y es que, la iglesia de Las Salinas no ha parado de añadir capítulos negros a su historia más reciente. Tras la batalla legal entre la empresa privada Aetosal SL y el Obispado de Almería, que se enfrentaron por la disputa de los terrenos en los que se asienta el monumento, la Audiencia Provincial concedió a la Diócesis el derecho de usufructo. Unida la intención del Ayuntamiento de Almería a reformar el edificio por completo, parece que la iglesia puede salvarse de una destrucción casi segura.
Aunque hasta el momento, no ha llegado la reforma y, pese a un cartel colgado durante años anunciando la rehabilitación, el monumento sigue acumulando deterioros a pasos agigantados. Algo que se irá acelerando conforme entre la estación invernal y los vientos de poniente azoten su estructura. La celebración de la última misa que se ofreció en el templo fue el 25 de diciembre de 2004, y tras el peligro de derrumbe, el monumento tuvo que cerrar sus puertas. Fue en esa fecha cuando se anunció una restauración para salvar sus cimientos, pero el templo aún la aguarda.
Desde que la iglesia de Las Salinas dejó de ofrecer sus servicios, su estructura ha ido deteriorándose paulatinamente. En 2009, el único elemento religioso externo de la iglesia, una cruz de hierro que presidía el campanario piramidal y que fue puesta por los trabajadores de Las Salinas, se derrumbó a causa de una fuerte tormenta. El campanario, el elemento más significativo del templo, ha ido con el paso del tiempo desviándose y las cornisas y los motivos que adornan el pórtico, así como las ventanas, se han ido cayendo.
Unido a la crecida de matorrales dentro de los muros que custodian el patio-cementerio, el aspecto de la Iglesia de Las Salinas está cada día más deteriorado.
Fieles defensores
Sin duda, la historia de la iglesia de Las Salinas está estrechamente ligada a los salineros del barrio almeriense. De hecho, el monumento fue construido a principios del siglo XX para cubrir las necesidades religiosas de los trabajadores de 'Las Salinas de Acosta', actualmente conocidas como 'Las Salinas de Cabo de Gata'. Por lo tanto, no se entendería la existencia de este templo sin hablar de la historia de los salineros que han habitado durante más de tres generaciones las casas que se construyeron a su alrededor. Y es que, son los salineros los que más han denunciado la situación de su templo vecino. Hasta tal punto que, los propios vecinos de Las Salinas, han reforzado con sus propios medios los muros del monumento, han tapado sus goteras en repetidas ocasiones y han cuidado su estructura a lo largo de generaciones.
Hoy en día, la reivindicación del cuidado del templo está presente a través de la asociación Amigos de la Iglesia de Las Salinas. Fundada por dos hermanos del barrio, Mari Ángeles y Fran García, esta agrupación, que cuenta con más de 100 socios en la actualidad, lucha diariamente para que llegue la esperada rehabilitación del monumento y no cesan en su empeño en denunciar públicamente ante los almerienses el peligro de extinción en el que se encuentra su querida iglesia.
Último capítulo
La última denuncia del colectivo, realizada hace una semana aproximadamente, está dirigida hacia el «expolio permanente que está sufriendo el interior de la iglesia». Según comenta la asociación, una de las ventanas que está situada en el balcón del pórtico central y una de las puertas están completamente abiertas y arrancadas y, «pese al supuesto aspecto de protección que debía otorgarle el vallado realizado a su alrededor, la iglesia de Las Salinas está totalmente abierta a cualquier curioso que esté dispuesto a alzarse a los apenas dos metros que le separan del acceso a las puertas de entrada».
Desde el colectivo también han denunciado el expolio y los actos vandálicos que el templo está sufriendo. «Nos hemos dado cuenta de que algunos de los que han entrado no sólo han saciado su curiosidad sino que se han dedicado a expoliar un templo del que, además de echar en falta algunas de las imágenes de santos con las que se contaba, se han dedicado a romper o llevarse otros elementos como los propios pedestales sobre los que estaban los santos, cuadros, partes de una baranda y hasta las rejas de alguna ventana».
Sin tiempo
Son más de diez años de capítulos desastrosos para la iglesia de Las Salinas, sometida al constante abandono. Algo completamente contradictorio, en relación con el uso de su imagen por el Ayuntamiento, la Junta de Andalucía e incluso por el Gobierno central como reclamo turístico. Quién sabe si, dentro de poco tiempo, los muros que componen este hermoso templo sólo sean un maravilloso recuerdo.
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