Los franquistas, por primera vez desde 1975, no pueden cantar brazo en alto ante la tumba del dictador.
DIEGO BARCALA
El 20 de noviembre no volverá a ser nunca más el 20-N. El Gobierno, decidido a evitar los espectáculos fascistas en el Valle de los Caídos, ha conseguido frenar que los franquistas recuerden al dictador en el interior de la basílica como hicieron hasta el año pasado. Lo que no ha evitado es que los monjes que residen en el recinto sí lo hagan. Ayer, recordaron a Franco y a José Antonio en una misa en privado mientras sus exaltados simpatizantes cantaban frustrados el Cara al Sol en la entrada al valle de Cuelgamuros.
Los fascistas se toparon a las 11.00 horas con que la Guardia Civil le cerraba el paso a la entrada del valle de Cuelgamuros, allí donde empieza la carretera que asciende a la basílica donde fueron enterrados los restos de los golpistas Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera.
Esta vez no fue la Ley de la Memoria (aprobada en diciembre de 2007) la que impidió la entrada de las banderas falangistas, sino el peligro de derrumbe de las esculturas de la entrada de la iglesia. "Cerrado temporalmente por razones de seguridad", exponía un cartel con el sello de Patrimonio Nacional.
Los dos centenares de nostálgicos que acudieron a conmemorar el 20-N se conformaron con escenificar su parafernalia fascista en la entrada del recinto.
DIEGO BARCALA
El 20 de noviembre no volverá a ser nunca más el 20-N. El Gobierno, decidido a evitar los espectáculos fascistas en el Valle de los Caídos, ha conseguido frenar que los franquistas recuerden al dictador en el interior de la basílica como hicieron hasta el año pasado. Lo que no ha evitado es que los monjes que residen en el recinto sí lo hagan. Ayer, recordaron a Franco y a José Antonio en una misa en privado mientras sus exaltados simpatizantes cantaban frustrados el Cara al Sol en la entrada al valle de Cuelgamuros.
Los fascistas se toparon a las 11.00 horas con que la Guardia Civil le cerraba el paso a la entrada del valle de Cuelgamuros, allí donde empieza la carretera que asciende a la basílica donde fueron enterrados los restos de los golpistas Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera.
Esta vez no fue la Ley de la Memoria (aprobada en diciembre de 2007) la que impidió la entrada de las banderas falangistas, sino el peligro de derrumbe de las esculturas de la entrada de la iglesia. "Cerrado temporalmente por razones de seguridad", exponía un cartel con el sello de Patrimonio Nacional.
Los dos centenares de nostálgicos que acudieron a conmemorar el 20-N se conformaron con escenificar su parafernalia fascista en la entrada del recinto.
"Entremos. ¿A quién tenemos miedo?", proclamó una mujer.
"Quien tiene miedo es Zapatero", le contestó un anciano.
"Ese es el anticristo que tenemos en la Moncloa", continuó la señora.
Hubo Cara al Sol cantado brazo en alto, gritos de exaltación de Franco y sobre todo, insultos al Gobierno. "¡Zapatero, hijo de puta!, ¡Rubalcaba asesino!", gritaron orquestados. "En este país se prohibe rezar. No nos dejan estar orgullosos de ser españoles", le explicaba un padre a su hija adolescente.
"Yo no soy falangista pero me gusta oír misa los 20-N", razonaba incongruente otro franquista en un corrillo. Después de dos horas reunidos entre los pinos que dan la bienvenida al valle de Cuelgamuros, los nostálgicos de más edad se resignaron. "Este año ya no vamos a entrar. El anterior sí entramos y el anterior...", recordaba uno de los congregados.
Antidisturbios
La Guardia Civil procedió a las 12.30 de la mañana a desalojar pacíficamente a los franquistas. Media hora después estaba convocada en el mismo lugar una manifestación de la Federación Estatal de Foros por la Memoria para pedir la desaparición del monumento inaugurado en 1959. Los más veteranos aceptaron de buen grado el desalojo: "¡Viva la Guardia Civil!, ya veréis como los que vienen ahora no os lo dicen", exclamó el mayor de una de las familias.
Pese a los esfuerzos policiales, un grupo de unos 30 cabezas rapadas con estética violenta se negaron a ser desalojados y fueron aislados. Esperaban encontrarse con la concentración contra el monumento. La Policía Nacional y la Guardia Civil desplegaron entonces a una veintena de antidisturbios armados con escopetas de pelotas de goma y acordonaron a los neonazis como medida intimidatoria. Los agentes procedieron a identificarlos.
Poco después de las 13.00 horas, llegaron los dos autobuses antifranquistas. Junto a la veintena de representantes del Foro por la Memoria veteranos en la protesta contra el monumento puesto que lo han hecho cada año en el último lustro bajaron 150 jóvenes que ocultaban su rostro, dispuestos también al enfrentamiento físico con los radicales ultraderechistas. Entonces comenzó la guerra de proclamas.
En recuerdo de Palomino
"¡A por ellos, como en Paracuellos!", gritaron los jóvenes. Ante el inapropiado grito, el presidente del Foro por la Memoria, José María Pedreño, tomó el megáfono: "No hemos venido a provocar a nadie. Evitemos los lemas que puedan parecer una provocación". Los jóvenes, con cuentas pendientes con los ultraderechistas, hicieron poco caso: "¡Carlos, hermano, nosotros no olvidamos!", espetaron a los neonazis en recuerdo por el asesinato en el Metro de Madrid del joven de 16 años Carlos Palomino. La policía grabó toda la escena.
La Guardia Civil, con un amplio dispositivo de agentes antidisturbios, separó a ambos grupos, que se cruzaron miradas de odio con apenas una carretera de por medio. Los jóvenes que acudieron con los nostálgicos de Franco levantaron el brazo para hacer el saludo fascista y respondieron: "¡Josué, libertad!". Josué Estébanez es el soldado del Ejército de Tierra que en noviembre de 2007 clavó una navaja en el corazón de Palomino en un vagón parado en la estación de Legazpi.
Los neonazis pidieron la libertad del asesino de Carlos Palomino
Durante media hora de tensión, los jóvenes se recriminaron ataques mutuos en clave interna. "¿Recordáis lo de Valdemoro?", decía un joven con una bandera rojinegra. Al otro lado, los cabezas rapadas entonaban el Cara al Sol. Los miembros del Foro por la Memoria trataron de frenar la agresividad de los jóvenes que les acompañaron en esta ocasión al Valle de los Caídos: "Chicos, tranquilos, no hemos venido a esto. Hay que pedir ¡verdad, justicia y reparación!".
José María Pedreño explicó el verdadero sentido de su protesta, lanzada el pasado viernes, cuando solicitaron la voladura de la cruz de 150 metros sobre el risco de la Nava. "Venimos a protestar porque la Ley de la Memoria se incumple constantemente con actos de exaltación fascista. Tenemos que ocupar este espacio para la democracia, no venimos a enfrentarnos a nadie", insistió.
El portavoz de los Foros sufrió el acoso de un reportero, que le llegó a preguntar "qué sería de los monjes si les sacan del monasterio". Pedreño argumentó: "No creo que la Iglesia, una gran multinacional, propietaria de la mayor parte del suelo urbanizable de este país, tenga problema en buscar un hueco en otro monasterio para estos monjes". "¿Y con los cuerpos de Franco y José Antonio?", insistió el reportero. "Que se los den a sus familias", zanjó.
De fondo, la guerra de cánticos fue ampliamente ganada por los manifestantes contra el monumento que reclamaron: "¡Juicio justo para Fraga!". "Si decimos estas cosas en otro país como Francia o Alemania, somos unos defensores de los derechos humanos, pero si lo decimos en España, nos llaman radicales", lamentó Pedreño.
Un centro de memoria
Ajeno y ausente de la manifestación, el presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, Emilio Silva, reclamó al Gobierno la creación de "un centro memorial" en el Valle de los Caídos que explique a los visitantes la verdadera historia de su construcción, para la que llego a ser utilizada la mano de obra de presos políticos.
El único nexo de unión a un lado y otro de la carretera entre Guadarrama y San Lorenzo de El Escorial que ayer vivió los tensos momentos fue la crítica al Gobierno socialista por su gestión del Valle de los Caídos. Los franquistas reprocharon que se les cerrara el paso al homenaje a Franco y José Antonio, y los antifranquistas que el recinto permanezca invariable en su utilidad, tal y como lo ideó el dictador Francisco Franco, con unos monjes que mantienen viva la llama de su ideario fascista.
El 35 aniversario de la muerte de Francisco Franco seguirá nutriendo hoy la agenda de los fascistas en Madrid. El ex líder de la organización ultraderechista Fuerza Nueva Blas Piñar pronunciará un discurso en la plaza de Oriente autorizado por la Delegación del Gobierno. El pasado viernes acudió junto a los descendientes de la familia Franco a una iglesia de Madrid donde se llamó a la "cruzada nacional".
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