dissabte, 26 de febrer del 2011

Vivir sin petróleo


Patricia Midori. En un mundo perfecto, frente al hecho inevitable de que el petróleo se va a acabar empezaríamos a adaptarnos con tiempo suficiente para no vivir una transición traumática.
Durante los últimos 100 años nos hemos acostumbrado a vivir con el petróleo: nuestro coche depende de él, también la agricultura con sus fertilizantes y procesos mecanizados, la industria también depende del petróleo, la calefacción de nuestra casa, los productos de la casa contienen plásticos derivados del petróleo e incluso nuestras ropas tienen derivados del petróleo. ¿Cuánto tiempo necesitaríamos para reconvertir nuestros medios de vida?.
No podemos apoyarnos en las energías renovables porque no son tan productivas como el petróleo: la energía eólica y solar solo atienden a parte de nuestras necesidades, los bio-combustibles compiten con los alimentos y, por ejemplo, para atender a toda la necesidad de combustibles del Reino Unido habría que plantar una superficie superior a la del Reino Unido. Además la energía nuclear también tiene fecha de caducidad puesto que el uranio también es un recurso limitado.
Somos inventivos y poderosos pero no somos mágicos: o empezamos la transición ahora mismo o no llegaremos a tiempo. Mi profesor de economía explicaba que la recesión “simplemente” era un período de adaptación entre la capacidad de producción y la demanda. Aun así todos sabemos que las recesiones son duras, es decir, los período de adaptación son duros.
Vivir sin petróleo no significa volver a la Edad Media, como intentan hacernos creer los capitalistas y los neo-liberales. Por otro lado hacer la vista gorda al fin del petróleo o a una subida de precios que lo tornará inasequible y no gestionar la transición sí significará volver a la barbarie.
En un mundo sin petróleo será obligatorio un equilibrio entre consumo y auto-suficiencia; entre tecnología y tradición y; entre globalización y localización. Por ejemplo: En vez de producir toneladas de un producto agrícola destinados a la exportación en un rincón del país, se produciría prioritariamente lo que los habitantes de este rincón necesitan para sobrevivir.
En vez de tener una gran fábrica de una gran multinacional que distribuye a toda la península ibérica existirían varias fábricas y talleres cercanos a cada población generando empleo a estas poblaciones y prescindiendo de recorrer kilómetros para llevarles la mercancía.
En vez de tener enormes fábricas, que requieren mucha energía, son operadas por ordenadores y apenas generan empleos, existirían fábricas menores con aparatos que nos ayuden y nos protejan de manera que podríamos mezclar energía humana, generando empleos y evitando una vida sedentaria.
En vez de pasar toda la tarde jugando la playstation los niños se encontrarían para hacer juegos de rol.
Y claro, como no habría energía para desperdiciar no tendríamos una producción superior a la demanda y tampoco haría falta toda la publicidad que nos vende un estilo de vida que necesita toda clase de artilugios superfluos para alcanzar la felicidad.
El drama no está en una vida sin petróleo, está en empezar la transición demasiado tarde. Muchas personas y empresas ya han empezado el cambio súmate a ellas:Consume productos ecológicos y cercanos, Consume productos manufacturados por empresas de tu zona y reduce paulatinamente el consumo de productos superfluos.

dijous, 24 de febrer del 2011

23-F: a 30 años de una "noche de cuchillos largos"



Diego Díaz. Estamos de efeméride. 30 aniversario de la intentona golpista. Los medios volverán a repetirnos machaconamente el discurso de siempre. El valor de Suárez y Gutiérrez Mellado enfrentándose físicamente a los hombres de Tejero. La ejemplar y modélica actuación del rey. La noche de los transitores, bla, bla, bla. Un hecho sin embargo apenas citado en la abundantísima bibliografía que disponemos sobre el 23F es la elaboración por grupos extremistas de listas negras. Relaciones de personas de ideología demócrata y de izquierdas que deberían ser represaliadas en caso de triunfar el golpe.
La lista negra del 23 F más conocida, y que mayor circulación tuvo con posterioridad al frustrado pronunciamiento militar se confeccionó paradójicamente en octubre de 1980, y fue publicada en agosto de 1982 por el semanario Actual. La autoría correspondió a las llamadas Milicias Patrióticas Populares, un desconocido grupo ultra formado a partir de elementos escindidos de “Fuerza Nueva”, “Frente de la Juventud”, “Fuerza Joven”, “Falange de Primera Línea” y las “Juventudes Nacionalistas Revolucionarias”.
En ella aparecían en primer lugar los nombres de artistas e intelectuales claramente asociados al mundo de la izquierda, Manuel Vázquez Montalbán, Rafael Alberti, Antonio Gades, Pepa Flores, Raimón, Lluis Llach, Paco Ibañez o José Sacristán, y otros tantos que no se sabe muy bien qué diablos pintaban allí, pues por estar incluso figuraban los nombres de los actores Tony Leblanc y Concha Velasco. En un segundo apartado, provincia a provincia, incluyendo también a Ceuta y Melilla, iba desgranándose el nombre de los diferentes rojos y rojas locales que debían ser “paseados” el día después del golpe.
En total unas 3.000 personas. Al tratarse de un pequeño grupo madrileño, cabe pensar que la información provincial recabada por los ultras se había tomado de las listas electorales de 1979, así como de los viejos archivos de la extinta Brigada Político Social, algo nada extraño teniendo en cuenta los múltiples contactos que se daban entre la extrema derecha y los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. El periodista Mariano Sánchez Soler ha mencionado en su libro "La transición sangrienta" la existencia en Valladolid, Madrid y Barcelona de grupos fascistas coordinados en la denominada Operación Cuchillo.
El objetivo de la citada operación sería aprovechar la coyuntura golpista para la eliminación selectiva de dirigentes y personalidades clave de la izquierda española. Planes como este formaban parte del efervescente ambiente conspirativo que por entonces, finales de 1980, se respiraba en los círculos de la extrema derecha civil y militar. Un clima golpista convenientemente caldeado desde la prensa ultraderechista, entregada en cuerpo y alma a alentar esa intervención militar que salvase a la patria de los males que la afligían. Los diarios El Alcazar y el El Imparcial, así como otras publicaciones periódicas, El Heraldo Español, Fuerza Nueva, Ejército, El Imparcial, Reconquista, se convertirían en caja de resonancia de los sectores antidemocráticos, que como ha señalado el politólogo Jesús de Andrés, desesperados tras el nuevo fracaso en las elecciones de 1979, apostarían “una vez reconocida la desorganización y confirmado el revés electoral, decididamente por «la estrategia de la tensión»”.
La noche del 23F, sería, además de la noche de los transistores, la noche de los akelarres fascistas y las listas negras. En previsión del triunfo del golpe de Estado grupos informales de ultraderechistas se reunieron espontaneamente para elaborar listados de personas que debían ser puestas a disposición de las nuevas autoridades militares. En Asturias, por ejemplo, tenemos constancia por testigos presenciales de una lista en Oviedo y otra en Grado, tradicional plaza roja de la región. Probablemente existieron muchas más. En Galicia sabemos por el escritor Manuel Rivas de listas similares, precisamente él figuraba entre las personas eliminables.
Tras el fracaso del 23F seguirían por algún tiempo más flotando en la galaxia ultra los proyectos. Poco antes de las elecciones que darían el triunfo a Felipe González, en 1982, los servicios de inteligencia abortaban una nueva conspiración golpista planeada para el 27 de Octubre, jornada de reflexión previa a las elecciones generales. La llamada Operación Halcón y Marte sería el complemento civil al golpe militar. Según Cambio 16 200 ultraderechistas estarían implicados en esta siniestra operación. Mientras los militares colapsarían Madrid y tomarían el control de los puntos estratégicos de la capital española, comandos de civiles coordinados con los golpistas asesinarían en Madrid y Barcelona a líderes y personalidades de la izquierda.
Poco sentido tenían ya los proyectos involucionistas. Desde el 23F las reivindicaciones las reivindicaciones de las izquierdas se moderarían aún más, e un contexto general de reflujo de los movimientos sociales que habían animado los primeros momentos de un proceso democratizador perfectamente compatible con el status quo capitalista. Tras la intentona de febrero el proceso autonómico se ralentizaba, la monarquía se consolidaba, España aceleraba su ingreso en la OTAN y los sindicatos firmaban un nuevo acuerdo con la patronal. Si algo se reafirmaría el 23F no sería precisamente el proceso democrático español, como nos cuenta el relato único sobre la transición. Más bien, justamente lo contrario, su carácter vigilado.

dimecres, 23 de febrer del 2011

La vida de los principales implicados en el 23-F treinta años después de la intentona golpista



EFE. ¿A qué se dedican en la actualidad los principales implicados en el intento de golpe de Estado del 23-F? Treinta años después de los hechos, el exgeneral Alfonso Armada, el ex teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero y el excomandante Ricardo Pardo Zancada viven apartados de la vida pública y pasan sus horas entre cuadros, libros y flores. Tejero alterna su residencia entre un pueblo de Málaga y Madrid.

Tejero, cuyo recuerdo remite al momento en que entró en el Congreso pistola en mano y al grito de "¡Quieto todo el mundo!", alterna su residencia entre un pueblo de su tierra natal, Málaga, y Madrid, donde también residen gran parte del año Armada y Pardo Zancada. Muy aficionado a la pintura, el ex guardia civil combina esa actividad con el cuidado de un huerto de Vélez Málaga y se dice que escribe sus memorias.

El exgeneral Armada vive entre Madrid y el Pazo de Santa Cruz de Rivadulla (cerca de Santiago de Compostela), propiedad de su familia desde el siglo XVII, en el que explota comercialmente distintas variedades de camelias.

Condenas

El tercer condenado a 30 años de prisión junto a Tejero y Armada por el Consejo Superior de Justicia militar, el teniente general Jaime Milans del Boch, murió en 1997 y fue enterrado en la cripta del Alcázar de Toledo por su defensa del baluarte durante la Guerra Civil. Sólo Tejero permaneció preso más de 15 años.

De los tres, sólo Tejero permaneció preso más de 15 años, ya que Armada fue indultado por razones de salud y salió de prisión en 1989 y Milans fue puesto en libertad el 1 de julio de 1990.

El guardia civil que comandó el asalto al Congreso fue liberado el 3 de diciembre de 1996, aunque desde tres años antes se encontraba en régimen abierto en la cárcel militar de Alcalá de Henares.

En el segundo escalón de condenados a mayores penas, con 12 años, figura Ricardo Pardo Zancada, comandante de infantería, que en la madrugada del día 24 se sumó con 113 hombres de la Policía Militar de la División Acorazada Brunete a la ocupación del Congreso. Obtuvo la libertad condicional en 1987 y desde entonces ha publicado varios libros sobre el intento de golpe de Estado. De los 33 procesados por aquellos hechos, 30 lo fueron por delito de rebelión militar

El ya fallecido exgeneral Luis Torres Rojas fue penado con 12 años, mientras que el coronel Diego Ibáñez Inglés, también muerto, con diez.

De los 33 procesados, 30 lo fueron por delito de rebelión militar en el juicio que se celebró en el Tribunal Supremo, que dictó sentencia en 1983. El único implicado civil en la rebelión, el abogado y máximo exponente del sindicato vertical franquista, Juan García Carrés, falleció de un ataque cardiaco en 1986.

También consiguió el indulto el capitán Vicente Gómez Iglesias, condenado a seis años de cárcel.

Liberados

Tras cumplir un año de prisión fueron puestos en libertad el capitán de navío Camilo Menéndez Vives (falleció en 1994) y los tenientes Jesús Alonso Hernáiz, César Alvarez Fernández, Manuel Boza Carranco, Vicente Garricondo Sánchez, Pedro Izquierdo Sánchez, José Núñez Ruano, Vicente Ramos Rueda y Santiago Vecino Núñez. Dos décadas después ninguno de los condenados pertenecía ya al Ejército.

Cumplieron condena de dos años los capitanes José Cid Fortea, Francisco Dusmet García, y el civil Juan García Carrés. Tres años en prisión estuvieron los capitanes Francisco Acera Martín, Carlos Alvarez-Arenas, Enrique Bobis González, Carlos Lázaro Corthay, José Pascual Gálvez, y Juan Pérez de Lastra.

Dos décadas después de los hechos ninguno de los condenados pertenecía ya al Ejército y el intento de golpe dejó de ser asunto de los tribunales para convertirse en historia, al prescribir los delitos por la rebelión militar.

dijous, 17 de febrer del 2011

El día que comenzó la Guerra Civil

JOSEP FONTANA. Precisar el momento en que quienes conspiraban contra la República española optaron por sublevarse para derrocarla es importante para entender mejor sus motivos. La mitología del 18 de julio, que pretendía que la guerra se había iniciado como una respuesta a los abusos cometidos por el Gobierno del Frente Popular, ponía el acento en el asesinato de Calvo Sotelo, el 13 de julio de 1936, para legitimar el levantamiento militar con este suceso.
Los orígenes de la revuelta, sin embargo, hay que ir a buscarlos cinco meses antes, al domingo 16 de febrero de 1936, cuando se realizaron elecciones generales en España. La jornada electoral fue tranquila, como reconocía ABC el lunes 17: “Ha llovido copiosamente en la madrugada del domingo. Las calles aparecen encharcadas. Llovizna a la hora de abrirse los colegios y esto retrae un poco a los comodones. Luego cesa de llover, no hace mucho frío y el sol aparece a ratos. A diferencia de otras elecciones, la gente ha cargado desde mediodía. Contribuyó a ello que se propagaba por todo Madrid la noticia de que la tranquilidad era absoluta. Nada de lo que amenazaban los derrotistas tuvo confirmación. Ni huelga, ni agresiones, ni escándalos. Todo el mundo votó como quiso, con absoluta libertad. Señálase este importante detalle en honor de los españoles, porque lo mismo que en Madrid ocurrió en toda España”.
Algo más había ocurrido, sin embargo, que ABC no contaba. A las tres de la madrugada de la noche del 16 al 17, cuando las primeras noticias indicaban que podía producirse una victoria del Frente Popular, José María Gil-Robles, jefe de la CEDA, el principal de los partidos de la derecha, despertó al jefe del Gobierno, Manuel Portela Valladares, para decirle que la llegada al poder de la izquierda era peligrosa y que no había otra salida que la de que Portela siguiese al frente del Gobierno y proclamase una dictadura, para lo cual podía contar con la total adhesión de las derechas, “así como de cuantos elementos representaban la estabilidad y el orden en el país”. En vista de que Portela se mostraba indeciso, Gil-Robles se puso en contacto con el general Franco, jefe del Estado Mayor, quien se puso de inmediato a conspirar por su cuenta.
Los planes de Franco incluían aprovechar su posición en el ministerio para ordenar a las regiones militares que declarasen el estado de guerra, y adueñarse del poder con un golpe militar en la capital. Según contó el propio Franco en un texto escrito en 1944: el lunes 17 de febrero “convocó a aquellos generales que le habían expuesto en otras ocasiones su disgusto y necesidad de un movimiento para evitar que el Frente Popular se hiciese con el poder”. Contaba con los generales Goded y Del Pozo, y “con otros dos jefes de unidades armadas de cuya incondicionalidad (sic) no dudaba”. Pero “no tardaron estos generales en regresar de sus gestiones con la cabeza baja”. Los jefes de la guarnición de Madrid consideraban que la oficialidad no secundaría en frío un movimiento contra los poderes constituidos, si la Guardia Civil y los guardias de asalto no tomaban parte en él. Esta es la razón que explica que Franco hiciese todavía otro intento, tratando de convencer al general Pozas, inspector general de la Guardia Civil, para que se sumase a la sublevación.
El martes 18 de febrero Pozas acudió a ver a Portela para denunciarle “que los generales Franco y Goded están dando instrucciones desde el Ministerio de la Guerra para que los militares declaren el estado de guerra y se apoderen del Gobierno”. Portela se mostró indignado, pero no hizo nada. Lo único que deseaba en aquellos momentos era abandonar el poder cuanto antes, de modo que decidió dimitir de inmediato, sin aguardar siquiera a que concluyera el escrutinio de los votos. Muchos gobernadores civiles hicieron lo mismo y las provincias quedaron sin autoridades, con la gente echándose a la calle.
Ante semejante vacío de poder los vencedores se vieron obligados a hacerse cargo del Gobierno de inmediato, de modo que el jueves 20 de febrero se celebró el primer consejo de ministros, en una difícil situación que Azaña describía con estas palabras: “Continúan los alborotos en algunos puntos de Andalucía y Levante. En Valencia hay un lío tremendo por la sublevación de los presos de San Miguel de los Reyes. Han quemado parte del penal. Están revueltos los presos comunes y los políticos, que han caído como en rehenes de aquellos. En Alicante han quemado alguna iglesia. Esto me fastidia. La irritación de las gentes va a desfogarse en iglesias y conventos y resulta que el Gobierno republicano nace, como el 31, con chamusquinas. El resultado es deplorable. Parecen pagados por nuestros enemigos”.
En estas condiciones comenzó a gobernar el Frente Popular, mientras los militares que habían tratado de impedir que llegase al poder seguían preparándose para derribarlo cuanto antes. Lo que está claro es que el 17 de febrero de 1936, cuando Franco realizó su primer intento de sublevación militar, no había ocurrido todavía nada que lo justificase. La Guerra Civil española no se hizo ni contra los “desmanes del Frente Popular”, ni contra la inexistente “amenaza” del comunismo, sino contra el programa de reformas de unos republicanos moderados que no amenazaban más que los privilegios injustos de unas clases dominantes que obstaculizaban el progreso del país.

El farmacéutico de Auschwitz

Isabel Navarro. Los trenes de mercancías llegaban cargados de deportados, y un simple farmacéutico -un hombre gris y anodino- ejercía el terror en la rampa. Sin acritud, con amabilidad, decidía quién debía ir a la cámara de gas y quién era apto para el trabajo de Auschwitz. El escritor de origen rumano Dieter Schlesak hace un retrato del hombre que cumplía órdenes, y nunca las cuestionó.
Un rostro anodino, hinchado, bien alimentado. Un hombre banal, un visitador médico, un buen bailarín, un afable vecino, un trabajador nato, un SS eficaz, un asesino, un genocida, un hombre («si es que esto es un hombre»). Tan «solo» el encargado de decidir a la llegada de los trenes quién merecía vivir y quién se sumaba a la cola de las vidas estériles, el cancerbero de la rampa, el dedo que señalaba a los recién llegados la dirección a la cámara de gas, o bien, si aún servían para esclavos, el camino al infierno de Auschwitz. Victor Capesius lo hacía con la amabilidad de los buenos empleados, con la mentira profesional (un perro no necesita saber que lo van a matar, solo que lo maten). «Los hombres, a la derecha; las mujeres, a la izquierda»; después, Capesius avanzaba entre las masas enviando, a un lado, a las personas de apariencia frágil, a los mayores y a las madres con bebés y, al otro, a las personas fuertes y jóvenes, sobre todo hombres.
Quienes se quejaban de ser separados de sus ancianos padres,de sus hijos o de sus mujeres eran tranquilizados con grandilocuentes palabras; se les decía que la separación era necesaria porque aún tenían que andar unos diez kilómetros y a los débiles iban a llevarlos en coches. Así que unos y otros se marchaban, dóciles, con la esperanza de volver a verse. No se lo imaginaban, no podían imaginárselo. ¿Quién podría prever una deshumanización tan sofisticada?.
Dieter Schlesak, el autor de El farmacéutico de Auschwitz (editorial Seix Barral), es húngaro como Capesius, a quien conoció y trató, pero para su libro no solo habló con él, sino también con las víctimas que identificaron y acusaron al farmacéutico durante el Proceso de Fráncfort (1964-1966), un proceso realizado 18 años después del de Nuremberg, sin jueces extranjeros ni bajo leyes internacionales, y con la indiferencia de parte de la población. Está considerado como el juicio más importante de la historia alemana, ya que sentó en el banquillo no a los autores, sino a los cómplices, ayudantes y miembros de la segunda línea involucrados en el genocidio de Auschwitz. Fueron condenados 22 criminales considerados hasta entonces invisibles, como Capesius, que, con todo, salió «ileso»: solo nueve años de condena.
«Declarábamos con un micrófono en mano, con ayuda de tranquilizantes -cuenta la superviviente de Auschwitz Ella Salomon-. Cada palabra nos hería y Laternser, el abogado de Capesius, era muy ofensivo y nos abrumó con preguntas desconcertantes. Cuando me interrogó por el número que llevaba tatuado, yo ya no me lo sabía de memoria y me miró con burlona aversión. Fue humillante.»
Dice Dieter Schlesak que el Capesius anciano llegó a confesarle que al principio vomitaba. «Cuando uno ve la miseria, es tan deprimente..., pero luego uno se acostumbra.» Y la fuerza de la costumbre es poderosa. En sus declaraciones, el farmacéutico no tiene el menor sentimiento de culpa, de rechazo o de horror por lo que ha visto o en lo que ha participado: él considera que «debía» hacerlo. Solo recuerda las órdenes, los pelotones, los destinos, las fechas, los números, el calendario, los detalles burocráticos, unívocos y comprensibles, que para él significan la realidad. Todo lo demás son tonterías, dice, «poesía». Según las actas del Proceso de Fráncfort, Capesius nació el 7 de febrero de 1907 en Transilvania. Casado con una colega de profesión, Friederike Capesius, tuvo con ella tres hijas. Hijo de un médico jefe, su pasaporte genealógico demuestra antepasados arios hasta el siglo XVIII. Fue miembro de la SS de agosto de 1943 a mayo de 1945. A partir del ascenso a mayor, en su currículum oficial se produce un vacío: Auschwitz, donde se hace cargo de la farmacia de la SS. Custodia el Zyklon B, el gas de las cámaras, y en la rampa aprovecha los registros en busca de medicinas de las maletas de los condenados para hacer su propia fortuna sisando oro.
Cada vez que llegaba un transporte de judíos a Birkenau, Hölblinger -el chófer de la ambulancia de campo (con el símbolo de la Cruz Roja)- conducía a los médicos y los sanitarios hasta la rampa y después hasta las cámaras de gas. Allí los sanitarios, con máscaras, subían una escalera y vaciaban las latas de Zyklon B. Eran Capesius y Josef Klehr, un carpintero convertido en sanitario. Klehr rompía el cierre de patente de la lata y vertía el gas en la abertura, pero siempre después de que un médico de la SS diera la orden de matar. Capesius, muy riguroso con el procedimiento, seguía por la mirilla la muerte de los prisioneros.
Algunos testigos sostienen que el farmacéutico era «imparcial», «objetivo», pero también codicioso. El 5 de octubre de 1950, olvidado el infierno de Auschwitz, Capesius abrió su propia farmacia en Göppingen (Alemania) y, más tarde, un centro de cosmética en Reutlingen. En 1958, durante el milagro económico, alcanzó unas ventas de 400.000 marcos alemanes. Antes, en 1947, un antiguo prisionero lo reconoció, pero todo acabó en nada: no hubo pruebas. Sin embargo, durante el Proceso de Fráncfort, le preguntaron dónde había conseguido el dinero para su negocio. «¿No apesta a ceniza y humo?» Él, impasible, dijo: «No se me puede reprochar nada».
La farmacia de la SS se encontraba en una casa de obra fuera del campo principal de Auschwitz. La casa disponía de planta baja, primer piso y una buhardilla donde se almacenaban y seleccionaban los equipajes de los médicos y farmacéuticos judíos que llegaban al campo. Uno de ellos, Ferdinand Grosz, contó que Capesius trabajaba tres veces a la semana «en la rampa [recibiendo a los deportados] y, en lo que se refiere a las medicinas, solo le interesaban en tanto podía encontrar joyas escondidas en las pomadas y los tubos de pasta dentífrica».
La mayoría de los testigos acusa a Capesius de haber participado en las selecciones de la rampa a finales de mayo de 1944, en Pentecostés, la fecha clave de los transportes húngaros desde Transilvania y el punto álgido de la acción de exterminio de Auschwitz. Durante aquella semana, cada día llegaban entre 10.000 y 15.000 personas a la rampa y, en ocasiones, eran gaseadas 9.000 al día, aunque algunos testigos hablan incluso de más de 20.000 gaseados diarios. Según el superviviente Josef Glük, Capesius seleccionó a finales de agosto de 1944, con el médico del campo, Josef Menguele, unos 1.200 jóvenes judíos sanos de Hungría.
Sin embargo, Capesius afirmó que eso no era cierto, que lo confundían con el doctor Klein de Leiden, un convencido nazi, alistado en la SS con 55 años. En los años 60, cuando se produjeron los juicios, Klein ya estaba muerto y Capesius se libró de la pena capital gracias a la pericia de su abogado, que logró que algunos testigos confundieran a Capesius con Klein. Al farmacéutico también lo ayudó el hecho de que Klehr, el carpintero, se declarara culpable de suministrar el Zyklon B en las cámaras, por lo que también quedó exculpado de gasear: las pruebas contra él no eran determinantes.
«Aquella gente que llegó de Rumanía al juicio para acusarme mentía -dijo Capesius a Schlesak, en su plácido retiro alemán en Göpingen-. Todos decían conocerme, pero eran extraños, los habían comprado. Estaban allí para hacer propaganda comunista. Todos venían de la Europa comunista y fueron los que me entregaron!»
Poco antes de la llegada del Ejército Rojo, el gris Capesius huyó hasta Berlín con Rudolf Höb -el comandante del campo- y se reunieron con Himmler, que les dio instrucciones y, pese a que todo estaba perdido, esperanzas. «Al final estuve muy cerca de él...», dijo Capesius, sin ocultar un cierto orgullo provinciano de alemán de Transilvania...
Al final de la guerra, como todos los que participaron en el exterminio, Capesius no sentía culpa, sino miedo. Nunca vergüenza. Tampoco cuando poco a poco se supo qué había pasado: el caparazón de la defensa interior y de la justificación de aquellos hombres era de acero. Su abogado formuló su defensa basándose en dos argumentos: que Capesius fue forzado a hacer lo que hizo y no estaba en condiciones de saber que aquello era criminalmente injusto; y que la selección en la rampa de personas físicamente aptas había sido en realidad una operación de rescate, porque, de lo contrario, todos los que llegaban habrían sido exterminados. Una manera de retorcer la realidad que resultó muy útil jurídicamente y, aun peor, socialmente: Capesius, como el resto de los juzgados en Fráncfort, vivió tranquilamente con su propio nombre y la solidaridad de sus vecinos hasta 1985.

dimarts, 15 de febrer del 2011

"En España no hubo una derecha, sino muchas derechas", según varios historiadores


divendres, 11 de febrer del 2011

Memoria del 11 de febrero de 1873

FRANCISCO PRENDES QUIRÓS.  Después de dos años de reinado y dura prueba, cumpliéndose un quinquenio de la Revolución de 1868, a las tres de la tarde del martes 11 de febrero de 1873, constituido el Congreso en sesión permanente, ocupadas las inmediaciones del palacio de la representación nacional por una compacta muchedumbre que daba vivas a la República, un secretario de la Cámara dio lectura a una comunicación que del Palacio Real había recibido el Gobierno, en la que el rey (Amadeo I), después de agradecer a la nación la honra recibida al ser elegido para ocupar el trono y de poner de relieve los sacrificios inútiles realizados para dar al pueblo la paz que necesitaba, la libertad que merecía y la grandeza que a su historia correspondía, reconoce el fracaso colectivo:
«Todos los que con la espada, con la pluma y con la palabra agravan los males de la Nación son españoles; todos invocan el dulce nombre de la patria, todos pelean y se agitan por su bien; y entre el fragor del combate, y entre el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos; entre tantas y tan opuestas manifestaciones de la opinión pública, es imposible atinar, y más imposible todavía hallar el remedio para tamaños males. Lo he buscado ávidamente dentro de la ley y no lo he hallado. Fuera de la ley no ha de buscarlo quien ha prometido observarla».
Sólo le faltó añadir al educado rey romano: «perdida la paciencia, regreso a casa».
Aquel martes 11 de febrero, Congreso y Senado, reunidos en Asamblea, asumieron la soberanía nacional en toda su integridad. Los diputados Salaverría y Ulloa, en nombre del partido conservador, prometieron su apoyo a todo gobierno que sostuviera el orden y la integridad del país, y respetara... «¡a los tenedores de la Deuda pública!»...
«La monarquía ha muerto por descomposición interior sin que nadie haya contribuido a ello más que la providencia de Dios... Nadie trae a la República; la traen todas las circunstancias, la trae una conjuración de la sociedad, de la naturaleza y de la historia. Señores, saludémosla como el sol que se levanta por su propia fuerza en el cielo de nuestra patria», dijo Castelar. Seguidamente, por doscientos ochenta y cinco votos fue proclamada la República, contra treinta y dos de los conservadores y alfonsinos.
Los Serrano, Prim y Topete, motores de la «Gloriosa» revolución de 1868, hicieron cuanto en sus manos estuvo para evitar aquel momento. Contra lo que proclamaba Castelar, la República no llegaba al levantarse el sol en el cielo de la patria, sino que llegó al caer la tarde... Nació con la noche.
Cincuenta y ocho años después, menos dos meses y un día, el domingo 12 de abril de 1931, perdida la confianza y agotada la paciencia de su pueblo, el rey Alfonso XIII, nieto de la depuesta Isabel II, afrontaba con el Gobierno Aznar unas trascendentales elecciones municipales.
Harta la ciudadanía de guerras marruecas, condecoraciones y despilfarros; harta de mal gobierno; harta del preberlusconismo escandaloso del general Primo; perdida la secular resignación campesina, en las villas industriales, en las grandes ciudades y en casi todas las capitales de provincia, el pueblo votó masivamente contra el rey, agotada la fe en el sistema «restaurado» por Cánovas, contra la resignación y la infinita paciencia.
Las elecciones municipales (convocadas para evitar las generales, por más políticas) tuvieron lugar el domingo 12 de abril... Y el martes (también martes como en 1873) 14, con las primeras horas de la tarde, quedó proclamada la Segunda República...
Como la Primera, por la crisis del sistema, por la malandanza económica, por la fatiga social, «porque al pueblo, consumida la paciencia, le sobraba el rey». Y las elecciones locales se convirtieron en plebiscito.
Hace 138 años se proclamó la Primera, tal día como hoy. Dentro de dos meses, se cumplirán los 80 de la Segunda.
A estas alturas, por la crisis del sistema, por la malandanza económica, por la fatiga social, porque se va acabando la paciencia del pueblo, estamos en compás de espera ante la proclamación de la Tercera... Bueno será que no llegué por el aburrimiento «real», ni por el agotamiento de la paciencia nacional, sino por su propio pie... por el plebiscito que no se hizo cuando (1975-76) debió hacerse, aunque sólo fuera para legitimar «la instauración» del general, contestando el pueblo español a una pregunta llana y simple, parecida a ésta: «¿Desea usted que la forma de gobierno siga siendo la Monarquía, o prefiere la República como forma de gobierno de la Nación?».
El pueblo, en el ejercicio de su derecho soberano, responderá lo que mejor le parezca.
¿Se nos dará? ¿No se nos dará? ¿Habrá que acudir a la plaza de Oriente?... Pendiente.

dimarts, 8 de febrer del 2011

El bipedismo humano surgió hace 4,2 millones de años


Europa Press  El estudio del carpo de la muñeca en fósiles de diversos fósiles de 'Australopithecus' y primates actuales ha permitido a un equipo internacional liderado por el Instituto Catalán de Paleontología (ICP) fijar el inicio del bipedismo humano entre los 4,2 y los 3,5 millones de años.
La investigación, que publica la revista Folia Primatológica, se acerca al fenómeno del bipedismo a partir de una nueva estrategia, que es el estudio del desarrollo del hueso central de la muñeca, más desarrollado en el caso de las especies con conductas arbóreas.
Los paleontólogos han realizado tomografías computerizadas de alta resolución del hueso capitatum de primates actuales con homínidos fósiles de Kenia, lo que les ha permitido obtener modelos virtuales del desarrollo de los huesos de la muñeca en cada caso.
Por ello, los investigadores han constado que las especies con comportamientos arbóreos redirigen constantemente la fuerza hacia el hueso central, mientras que las especies terrestres y bípedas sitúan esta fuerza hacia la zona del pulgar.
El análisis del hueso carpo del 'Australophitecus anamensis' hallado en Kanapoi (Kenia) hace 4,2 millones de años concluye que esa especie presenta una morfología clara en las extremidades inferiores que indica que ya practicaban el bipedismo terrestre, aunque al mismo tiempo seguía "conductas arbóreas".
En cambio, los fósiles del 'Australophitecus afarensis' de hace 3,5 millones de años han constatado que éste ya no trepaba a los árboles, lo que refuerza la hipótesis de que la consolidación de los ancestros humanos en el suelo se dio hace entre 4,2 y 3,5 millones de años.

divendres, 4 de febrer del 2011

“Después de Chernóbil, seguimos viviendo como siempre”

periodismohumano.com  100 kilómetros alrededor de Chernóbil. Ése fue el espacio sobre el que se extendió la zona de exclusión tras la catástrofe nuclear de 1986. Los residentes en los 30 primeros tuvieron que hacer las maletas y marcharse. Entre el kilómetro 30 y el 100, el abandono se dejó a la libre voluntad de desinformados ciudadanos.
“Nos enteramos de lo que había pasado tres o cuatro días después del accidente”, narra Tatsiana Wyschywaniuk, “entonces, las autoridades nos pidieron que cogiéramos lo estrictamente necesario- una toalla, un trozo de jabón…- porque nos iban a evacuar”. Aunque perteneciente al país vecino, la central de Chernóbil estaba situada en la frontera entre Ucrania y Bielorrusia. El Ministerio de Medio Ambiente en Minsk calcula que un cuarto de su territorio se vio afectado por la explosión del reactor cuatro.
A mediados de los 80, Wyschywaniuk residía en Retchitsa, a 70 kilómetros del lugar de la tragedia, en suelo bielorruso. “Nuestra ciudad tenía unos 50.000 habitantes. Cuando nos habíamos reunido todos en el punto de encuentro indicado para el traslado, nos dijeron de que éste no tendría lugar. Entre la gente cundió el pánico. Fueron unos momentos horribles. No sabíamos a qué clase de peligro se nos estaba exponiendo”, recuerda. Hubo quien decidió irse por su cuenta, “pero yo no sabía a dónde, así que me quedé. Y seguí con mi vida. Terminé mis estudios, me puse a trabajar, tuve hijos, ¿qué otra cosa podía hacer?”.
La familia de Wyschywaniuk sufre hoy los efectos de la radiación. Cómo se manifiestan exactamente prefiere no contarlo. “De todas maneras, ya no se puede cambiar”, dice, “lo único que quiero mencionar es que mi hijo tiene migrañas y problemas respiratorios y nadie les ha encontrado otra explicación que no sea la radioactividad”.
A veces, la radioactividad hace que las dolencias menores se agraven, cuenta Nadeschda Drosdik que le ha dicho el médico. Su hija padece una neumonía crónica. También Drosdik procede originariamente de Retchitsa. “La información que recibimos tras el desastre fue nula”, se queja, “y continuamos con nuestro día a día, ordeñando nuestras vacas y bebiéndonos su leche”.
Pero el destino que tan duramente las golpeó tenía reservada una pequeña compensación para Wyschywaniuk y Drosdik. Financiado con fondos extranjeros, en 1990 se puso en marcha un proyecto para construir a unas dos horas de Minsk un pueblo ecológico. Sus vecinos debían ser exclusivamente afectados por el accidente de Chernóbil que no tuvieran cómo alejarse de la región contaminada. Cada casa es aquí cien por cien sostenible. La ONG Heimstatt Tschernobyl cubre los costes de la edificación; las obras en sí, siguiendo técnicas específicas, son tarea de los futuros inquilinos. Sólo cuando hay dinero y capacidad se levantan en Drushnaja nuevas viviendas. Y eso convierte a cada uno de sus habitantes en un privilegiado.
“Yo me enteré del proyecto por el periódico. Les escribí, me mandaron un formulario, lo rellené y un poco después me comunicaron que mi solicitud había sido aceptada”, explica Wyschywaniuk. Entre 1998 y 1999 trabajó en la que ahora es su casa. En 2000, se mudó definitivamente. La compañía de productos agrarios en la que estaba empleada en su ciudad natal la sustituyó por la cooperativa que en esta aldea elabora el carrizo que se utiliza como aislante para los inmuebles. Encontrar una ocupación con la que poder iniciar una nueva existencia es el principal reto al que se enfrentan quienes obtienen un hogar aquí. La mayoría intenta sacarle provecho a aquello que sabe. Liudmila Patsko, por ejemplo, trabajaba en el museo de Chojniki, una localidad a unos 40 kilómetros de Chernóbil. Ahora, se encarga de mantener viva la historia de Drushnaja.
“Esta región fue tomada en septiembre de 1914 por las tropas alemanas. El frente se instaló aquí; aquí estaban las trincheras; aquí se usó por primera vez el gas tóxico en el Este; aquí murió la unidad completa de kazajos. Rusos y alemanes se combatieron aquí a lo largo de tres años durante la I Guerra Mundial”, expone Patsko, “miles de vidas se perdieron en este lugar. Hay gente que dice que no es bueno levantar casas donde se ha derramado sangre. Por eso, me puse a buscar en los archivos los sitios exactos en los que se habían librado batallas”.
La búsqueda se convirtió en un afán reconstructor en toda regla. Patsko recolecta cuanto objeto encuentra de la primera Gran Guerra- botellas, cascos, utensilios varios e incluso huesos-, salva para la posteridad testimonios y documentos y se encarga del cuidado de las tumbas de un cementerio cercano, en el que yacen los restos mortales de unos 3.000 soldados alemanes. “Se debería erigir un monumento en recuerdo a los fallecidos”, exige, y ha convertido esta demanda en su labor personal y en su función dentro de la joven comunidad de Drushnaja.
A nadie en el pequeño pueblo de refugiados de Chernóbil le gustan los nuevos planes atómicos del Gobierno bielorruso. La resistencia, no obstante, parece inútil: la puesta en marcha de la primera central nuclear del país, dotada de dos reactores y una capacidad de 2.000 megavatios, está decidida por decreto y lleva la indeleble firma del presidente, Alexander Lukashenko.
Belarús quiere librarse de la dependencia de Rusia, de la que recibe más del 90 por ciento de la energía que consume. En vista de que las relaciones con el gran hermano del norte se deterioran, Minsk busca alternativas. La nuclear es barata y, además, ahora puede venderse como ecológica: “las energías renovables no están muy extendidas en nuestro país”, justifica Alexander Ratschevksij, del Ministerio de Medio Ambiente bielorruso, “y la atómica es una opción limpia”. Limpia, salvo en los 100 kilómetros que rodean Chernóbil.

dimecres, 2 de febrer del 2011

"En América, más que historia se enseña mitología"

El embajador de Nicaragua sostiene en Cádiz que los procesos independentistas posteriores al Doce "son la raíz de las desigualdades y el atraso en Latinoamérica".



J.M. Sánchez Reyes.  El embajador de Nicaragua en España, Augusto Zamora, participó ayer en la Semana Constitucional organizada por el Ayuntamiento, pronunciando la conferencia 'Latinoamérica, 200 años después'. El diplomático desmitificó los procesos independentistas y reconoció que el Bicentenario de Cádiz se ve en América como "algo lejano".
-¿Qué puede usted contar de Latinoamérica 200 años después?
-Latinoamérica, a excepción del África subsahariana, es la región más atrasada del mundo. Me pregunté las causas mientras estados de reciente independencia como Corea, Singapur o Tailandia han alcanzado en sólo 40 años niveles de desarrollo comparables con las economías más avanzadas. Y en mis investigaciones fui a parar al periodo de las independencias y me encontré con que ahí está la raíz de muchos de los males que aún hoy siguen lastrando el desarrollo latinoamericano. Es una visión del pasado, para entender el presente y avanzar al futuro. Porque fenómenos tales como la tenencia de la tierra, la nunca realizada revolución agraria o la ausencia de desarrollo científico-técnico encuentran su explicación en el periodo de la independencia y lo que ocurrió en la década subsiguiente.
-Usted ha señalado en más de una ocasión que es un mito que las independencias americanas liberaran a los pueblos de sus opresores.
-Es una absoluta falacia que no se sostiene en investigaciones históricas. Para las poblaciones indígenas la independencia fue una auténtica tragedia, porque guste o no, las leyes de Indias desarrollaron un primer sistema de derechos humanos en que a estos pueblos se le reconocieron territorios, idiomas, derechos a vivir bajo sus culturas y hasta los evangelizadores tenían que aprender las lenguas de estos pueblos. Todo eso fue desbaratado por las oligarquías que tomaron el poder. Al destruirse esas leyes, los indígenas quedaron desamparados y los terratenientes se lanzaron sobre sus tierras, antes protegidas por la corona. Ahora, en América latina, encontramos una gran paradoja: los pueblos indígenas andan buscando las cédulas reales que les reconocían sus territorios. Esta es la demostración más palpable de que las leyes de Indias fueron un sistema mejor para los indígenas que lo que vino después de la independencia. Por otra parte, las oligarquías, profundamente reaccionarias, establecieron un sistema de estado en el que la riqueza era todo para ellos y nada para los pobres. Ese es el origen de la desigualdad que hoy tenemos en Latinoamérica.
-¿Dónde dejamos entonces a los libertadores y sus leyendas?
-El problema es que los llamados libertadores han sido deificados y tocarlos es un sacrilegio en muchos países. Pero como en Nicaragua no hubo libertador, yo no tengo la cárcel mental de tener que reverenciar a nadie. Esa visión es lo que me permite ver lo que en otros países se consideraría una herejía o acto de traición. Por lo tanto, nadie se atreve a tocarlos. Como ejemplo, en Méjico se reverencia a Hidalgo y Morelos como libertadores. Es falso. Ellos encabezaron un movimiento popular aplastado por Iturbide. Ellos fueron ejecutados. En 1818 el movimiento independentista en Méjico había desaparecido. Y quien proclama la independencia es el mismo hombre que aplastó el movimiento de independencia, Agustín de Iturbide. Pero en Méjico no hay monumento a este hombre. Les da vergüenza porque Iturbide era realista, borbónico, ultramontano y ultrarreacionario. Por ese digo que América, más que historia se enseña mitología.
-¿Cómo se ve en Nicaragua la celebración del bicentenario de las Constitución de 1812?.
-Tanto en Nicaragua como en bastantes países americanos se ve como algo lejano porque se borró el periodo colonial después de la independencia. Allí se aprende la conquista y la independencia, y es muy poca gente la que conoce realmente qué pasó en Cádiz y que aquí vinieron diputados nicaragüenses. Una de las tareas necesarias es un proceso de reconocimiento de la historia fuera de mitos buenos y de mitos malos. Hay una parálisis histórica en Nicaragua y si para algo sirve el bicentenario es para reconocernos.
-¿Qué opinión le merece la polémica de la desclasificación de los documentos del gobierno de Estados Unidos filtrados por la web Wikileaks?
-En la cuestión política, las relaciones entre estados no se guían por estas polémicas. Para nada. Los intereses de los países siguen siendo los mismos y las relaciones con Estados Unidos no van a cambiar. En lo histórico, es una delicia para los historiadores porque no se van a matar esperando años a que desclasifiquen los documentos porque ya están ahí. En términos de anecdotario es otra delicia. Pero esto conviene desmitificarlo porque los informes que hace una embajada de un país tienen que responder a los intereses de ese país y expresar su opinión sobre la situación del mismo, independientemente de que pueda gustar o no al gobierno. De lo contrario, nos salimos de la diplomacia y la política para entrar en puro campo de cortesías y memeces donde uno se tiene que abstener de que en un momento dado está ocurriendo algo. Ese es el trabajo de las embajadas.
-¿Se va a ver afectada con este escándalo la opinión que los países latinoamericanos tienen de Estados Unidos?
-No, sobre todo porque para Latinoamérica cada vez es más importante lo que opina China que lo que dice Estados Unidos. Todo nuestro crecimiento económico y gran parte de nuestro futuro está en Asia. Y eso no lo cambia nada.