diumenge, 9 de gener del 2011

Los museos más raros de España

Salpicados por todas las comunidades y provincias, estos recintos esconden detrás gente apasionada por un aspecto, tema o cuestión humana que a los demás museos se les ha pasado por alto. Sienten pasión por aquello que, a primera vista, parece poco interesante o demasiado cotidiano. La especialización y lo concreto son algunos de los valores máximos de este tipo de galerías. Ejemplo de estas características es el Museo del Encaje de Tordesillas, en Valladolid, un museo familiar en el que Natividad Villoldo, la dueña, su marido y su hija trabajan por y para este arte textil desde hace 25 años.
«El museo se puso en marcha para rescatar del olvido los encajes eruditos históricos del siglo XVI de Castilla y León, que se hacían en los monasterios y en los palacios de la época. Han pasado desapercibidos durante muchos años y los quisimos recuperar por su importancia», explica la dueña. Además del museo, que alberga 30.000 piezas de encaje catalogadas entre los siglos XIV y XVII, regentan también el Centro Didáctico del Encaje, donde enseñan a realizar encajes eruditos, «no manualidades», y son sede central de la Asociación del Encaje de Castilla y León. «Vivimos 24 horas dedicados al encaje -cuenta Villoldo-, lo amamos con pasión. Es un trabajo apasionante, pero muy difícil, porque no recibimos subvenciones de nadie».
Además del Museo del Encaje de Tordesillas, en España se pueden encontrar más galerías curiosas dedicadas a otros elementos textiles. En Elda, localidad famosa por su producción de zapatos, se sitúa el Museo del Calzado. Aquí se puede disfrutar de la exposición 'Zapatos con Historia', una muestra en la que hay calzado de personajes célebres de la vida artística, cultural y deportiva del país desde los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía hasta pares que han pertenecido a Carlos Cano o Severiano Ballesteros. Cerca de casa, en Balmaseda, tenemos el Museo de Boinas La Encartada, una exposición dedicada a repasar la existencia de una de las prendas más utilizadas en el País Vasco a lo largo de la historia.
«Todo lo que sale de las manos del ser humano es puro arte, incluidos estos artilugios llamados 'orinales'». Es toda una declaración de principios que encabeza la página web de José María del Arco Ortiz, alias 'Pesetos', un hombre que habla con ímpetu y verdadera pasión sobre su museo y estos objetos muchas veces marginados a los que lleva dedicándose desde 1980. Por entonces, después del derribo de un hospital en su ciudad natal, Ciudad Rodrigo (Salamanca), encontró unos bacines de la Guerra de la Independencia.
«Ya los guerreros de Xian utilizaban orinales, eran un elemento imprescindible para los viajes al más allá. Pero a través de los años el uso de los 'pericos' va desapareciendo con motivo del avance de la tecnología», explica 'Pesetos'. En el Museo del Orinal tienen expuestos unos 1.320 ejemplares, entre los que se encuentran piezas del siglo XIII y auténticas joyas realizadas en oro puro, bacines de los años 60 y otros diseñados en materiales como madera, cerámica y latón, todos procedentes de 27 países diferentes.
Y les va muy bien; cada año reciben alrededor de 24.000 visitas. Del Arco es tajante: «Desde el Papa hasta Claudia Schiffer, todos hemos hecho lo mismo esta mañana: utilizar el baño y lavarnos. Hablamos de la guerra, hablamos de Gengis Khan, hablamos de millones de hechos históricos, pero nadie se atreve a hablar del cuerpo humano y de los actos fisiológicos que hacemos todos. El Museo del Orinal y yo demostramos al mundo entero que no hay que tenerle asco a ciertas cosas». Va más allá: «Estas piezas nos han visto las partes más íntimas y no se nos han quejado nunca, nos han aliviado y nos han servido de purgatorio y qué ingratos nosotros, los hemos despreciado» sentencia. Más claro, agua.
El Museo del Orinal no es el único de temática sensible para los más aprensivos. El Museo de Anatomía Tridimensional de la Fundación Barceló ofrece la posibilidad de ver 'on line' órganos cadavéricos reales en formato tridimensional. Se pueden mover, girar y agrandar como si se sostuvieran en la mano. Recomendable para estudiantes de Medicina y para aquellos que tengan un estómago fuerte capaz de ver músculos y vísceras tal y como son en la realidad.
Vísceras, y muchas, son las que habrán adornado en la antigüedad los instrumentos expuestos en el Museo de la Tortura de Santillana de Mar (Cantabria), donde se pueden contemplar objetos como una 'doncella de hierro' o un 'aplastacabezas'. Sin embargo, donde más agujas se pueden encontrar es en el Museo del Tatuaje de Torremolinos, en Málaga, en el que se exponen máquinas de tatuar de comienzos del siglo pasado, más tintas y diseños históricos. Por otra parte, para los apasionado de las profundidades marinas y lo que ahí se pueda esconder, el municipio de Luarca alberga el único museo del mundo en honor al calamar gigante, el misterioso animal que ha alimentado las leyendas nórdicas del 'Kraken'.
El Museo del Chocolate de Barcelona es el paraíso de cualquier goloso. Como explica Francesc Gil i Carmona, director de la galería, «es una iniciativa privada del Gremio Provincial de Pasteleros de Barcelona y este año celebra los 10 años de la inauguración en el centro de la ciudad». Reciben 150.000 visitantes anualmente; que ven, entre otras cosas, una figura de chocolate de más de 28 años de antigüedad que representa 'La Piedad', de Miguel Ángel. Además los pasteleros exhiben dulces esculturas de Copito de Nieve, Bob Esponja, la casa de la película 'Up!' y el carro romano de Ben-Hur. Y éste no es el único museo culinario de España; en Metauten, Navarra, se puede encontrar el Museo de la Trufa, dedicado a ese hongo llamado el 'diamante negro' de la cocina. En la provincia de Málaga, concretamente en el municipio de Almáchar, se ubica el Museo de la Pasa, fruto seco muy importante en la zona.
No muy lejos, en Ronda, existe otra galería curiosa. Se trata del Museo del Bandolero, lugar donde se documenta la historia, con cierta aura de romanticismo, de los 'fuera de ley' andaluces más famosos. Las vidas de José Ulloa 'El Tragabuches', Juan José Mingolla 'Pasos Largos' y otros malhechores se muestran a través de fotografías e incluso de una recreación de 'La casa del bandolero', una maqueta de su hogar.
Menos amenazadores son los objetos expuestos en el Museo del Naipe Fournier de Vitoria. «Hay varias curiosidades: cartas de tarot del siglo XV pintadas a mano sobre pergamino y oro, la primera baraja fabricada por Heraclio Fournier en Gasteiz en 1868, cartas con partituras musicales del siglo XVIII, una baraja sobre el kamasutra realizada sobre marfil...», explica Itziar Ruiz de Erentxun, responsable de la exposición.
Algunos los podrían tachar de 'friquis', y otros quizá de románticos que se fijan en los pequeños detalles de la vida, pero, desde galerías dedicadas a orinales y encaje hasta las de naipes y bandoleros, queda claro que en España hay lugar para los museos que no se centran solo en cuadros y esculturas famosos. Los apasionados de las miniaturas militares, de los embudos, de los rosarios o de cualquier objeto cotidiano están de suerte.

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