dijous, 29 de novembre del 2012

El descubrimiento de Machu Picchu, el último refugio de los incas.


Tras el asesinato de Atahualpa, en 1533, los españoles redujeron a un mínimo la resistencia del Imperio Inca, poniendo a Manco Inca al frente de un gobierno títere que permitiera afianzar la conquista española de la zona. Los saqueos despiadados de Cuzco, llevaron a Manco Inca a sublevarse contra los españoles, huyendo a Vilcabamba y fundando el conocido en la actualidad como Imperio Neoinca de Vilcabamba.
Esta última resistencia inca se mantuvo entre 1537 y 1572, tiempo durante el cual cuatro monarcas gobernaron contra la conquista española de las tierras que hoy se corresponden aproximadamente con el Departamento de Cuzco. En 1572 fue decapitado Túpac Amaru, el último rey inca. Con ello cayó el último Imperio Inca, la ciudad de Vilcabamba y el último refugio de los Incas.

Hiram Bingham (fuente)
Hiram Bingham, un profesor de historia por la Universidad de Yale, quedó tan cautivado con la historia de los últimos incas de Vilcabamba, que en 1909 emprendió un viaje a Perú en busca de la ciudad perdida de Vilcabamba junto a Clarence Hay. En este primer viaje supuso una toma de contacto con la región andina, que no hizo más que avivar sus ganas de buscar y encontrar los perdidos restos de Vilcabamba.
La segunda expedición tuvo lugar en el verano de 1911. En esta ocasión Bingham se acompañó de varios reputados historiadores estadounidenses. A su llegada al Departamento de Cuzco, oyó la historia de unas viejas e impresionantes ruinas, por lo que decidió adentrarse en los Andes en busca del último refugio inca.
En la mañana del 24 de julio de 1911, Bingham y su equipo despertó con lluvias en la una finca llamada Mando Pampa. Melchor Arteaga, el propietario de una de las fincas contiguas, les habló sobre la existencia de unas cercanas ruinas repletas de tesoros. Rápidamente Bingham le ofreció un sol a cambio de que les guiase hasta las ruinas que tanto tiempo había estado buscando.

Melchor Arteaga (fuente)
Después de varias horas de complicado camino en el que se encontraron las ruinas de varias terrazas y de alguna que otra casa, Bingham y su equipo tenían perdida la esperanza de encontrar algo recalcable, cuando de repente se encontraron con dos familias de campesinos con unas impresionantes zonas de cultivo.
Melchor Artega entabló una breve conversación con los campesinos y Pablo Recharte, un hijo de una de las familias, guio a Bingham hacia la zona urbana de asentamiento. Entre árboles y maleza, Bingham no tardó mucho tiempo en darse cuenta de que por fin lo había conseguido. Se encontraba en las ruinas de la magnífica Machu Picchu.
El antiguo asentamiento de los últimos incas se mantenía prácticamente intacto tras más de tres siglos desde su abandono. Tal fue su sorpresa que tras un breve estudio de la zona, regresó para comenzar a gestionar un estudio exhaustivo de la zona. Entre 1912 y 1915, Bingham lideró dos grandes expediciones con las que limpió de maleza las ruinas, escavó las antiguas tumbas, limpió las terrazas y recuperó gran cantidad de objetos arqueológicos de valor.
En 1913, en un artículo publicado en la revista National Geographic, Hiram Bingham descubrió las maravillas de Machu Picchu al mundo.

Machu Pichu en 1912 (fuente)
La historia nombró a Bingham como descubridor de Machu Picchu, pero varias pruebas muestran que la memoria histórica de los locales nunca olvidó la presencia de Machu Picchu. La primera prueba evidente está en que las propias ruinas estaban habitadas cuando Bingham llegó allí, tal y como relata en sus memorias. Además, en esa primera visita encontró una pintada en los muros del Templo de las Tres Ventanas que demostraban que Agustín Lizárraga habría llegado por lo menos 9 años antes que él, aunque algunos datos sugieren que incluso fue antes.
Pero lo que nunca llegó a saber Bingham antes de su muerte fue que, lo que el creyó que se trataba de Vilcabamba, el último hogar de los incas, en realidad no era Machu Picchu. Machu Picchu fue una de las ciudades más importantes del Imperio Inca durante muchos años, incluso fue el lugar de descanso de Pachacútec. Pero este lugar, al igual que muchos otros, fue abandonado en 1536, cuando Manco Inca se rebeló contra la ocupación española y todos huyeron a Vilcabamba.
Las verdaderas ruinas de Vilcabamba, el último hogar de los incas, fueron redescubiertas en la década de los 60 por Antonio Santander Caselli y Gene Savoy. Y digo redescubiertas porque las ruinas ya fueron visitadas por el propio Hiram Bingham en 1911, quien las llamó Espíritu de Pampa, sin darles la mayor importancia por su insignificancia en comparación con la grandeza de Machu Picchu.

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